PRIMERA VERSIÓN (la locutada en clase)
Valladolid, como Sevilla –o cualquier otra ciudad del mundo-, tiene un color especial. Su 55 SEMINCI se clausura en el momento del año que mejor le sienta a la ciudad, entre brumas y con el suelo brillante por la lluvia, en un otoño recogido aunque espléndido que parece su verdadero estado natural.
Esta tarde, decenas de personas se han acercado a la entrada del noble teatro Calderón para disfrutar del desfile de actores y premiados por la alfombra roja, del “paseillo”, que dicen las señoras bien abrigadas que han acudido en grupo. Caras famosas de nuestras pantallas se han despedido aquí del festival; la gente los reconoce, del cine o la televisión.
La SEMINCI, al igual que Valladolid, tiene otro glamour, menos vistoso y reputado que al que acostumbran los medios, pero lo tiene. Una elegancia popular implícita en su personalidad y en la gente que lo frecuenta, en cierto modo, parecido a la que define a la mujer que más ha resplandecido sobre el suelo rojo, sin subrayados ni excentricidades: Emma Suárez, que ha recogido la Espiga de Oro a la mejor interpretación femenina por su papel en la película La mosquitera. Suárez llenó de luz casi sin querer la entrada del teatro con su naturalidad y belleza discreta, demostrando que cercanía y sencillez son compatibles con el hecho de ser una actriz fundamental. Serena, ha saludado, sonreído a cámara, y lanzado un beso, remitiéndonos al emblema del festival, convirtiéndolo en la última gran foto de esta edición.
Aunque quizá cada vez más abandonada por los medios, la SEMINCI resulta un evento singular. El forastero se sorprende. Valladolid posee cada noviembre un cierto sabor añejo, a casa, en un equilibrio entre lo nuevo y lo viejo muy de las ciudades españolas de interior. En el calor de la luz de las farolas y el color del ladrillo, en medio de la meseta y de la niebla, Valladolid besa al visitante con los labios del logotipo la SEMINCI, con un beso familiar, con el beso dulce y luminoso de Emma Suárez cerrando una edición más de este festival de cine y otoño.
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SEGUNDA VERSIÓN (reducida, de 23 líneas a 18)
Aunque quizá cada vez más abandonada por los medios, la SEMINCI resulta un evento singular. Su 55 edición se clausura en el momento del año que mejor le sienta a la ciudad, en un otoño recogido aunque espléndido que parece su verdadero estado natural.
Fotografía del acontecimiento descrito, Emma Suárez a la entrada del Calderón (arriba).
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